El concepto de compañías ‘start-up’ no es nuevo en la economía actual, pero sí es un relativo recién llegado al mundo de la industria marítima. De naturaleza disruptiva y a ratos demasiado tecnológico para los actores más tradicionales, las incubadoras y aceleradoras son nuevos conceptos.
El principal problema para el negocio de las start-up es que los actores tradicionales –armadores, shippers, dueños de la carga, etc- no las entienden y, por lo tanto, las ven como competencia desleal en vez de actores complementarios.
“Hemos comenzado a ver algunas iniciativas que empezaron a introducir tecnología disruptiva en el comercio y logística marítima con aceleradoras en Estados Unidos, Europa y Asia, tales como PortXL en Róterdam y Pier71 en Singapur”, dice Ollivier, quien agrega que Latinoamérica está lejos de ser una región ejemplar en este frente, ya que está considerablemente atrasada en las inversiones tecnológicas. Existe una sola aceleradora en la región y está en Cartagena, Colombia. En 2019, Delta X Ventures recibió 425 aplicaciones de proyectos de todo el mundo y seleccionó solamente 3 start-ups de México y Colombia. En cuanto a la inversión a nivel global, las firmas de capital de riesgo invirtieron 8.420 millones de dólares en 445 compañías para el área de marítima y de logística en 2019.
Nuevo ecosistema
Ollivier habla de un nuevo ecosistema en el que la alta inversión pone nerviosa a la industria marítima. “Hay un tema entre la valoración de la inversión start-up y la valoración de los grandes actores de la industria”, dice Ollivier. Cuando miramos la valoración de mercado de la industria marítima, vemos que los grandes actores como Maersk y Hapag-Lloyd tienen una capitalización de mercado de 24 y 13 mil millones de dólares, respectivamente, por lo tanto, tiene sentido que vean con sospecha a las start-ups, como Flexport, freight forwarder digital con valoración de mercado de 3.200 millones de dólares.
“Es clave reducir la brecha entre la experiencia y el conocimiento de la industria y las start-up y la nueva tecnología que traen consigo”. El experto apunta a tres acciones clave para reducir las diferencias entre los acercamientos tradicionales y los nuevos hacia el negocio marítimo: disrupción, nuevas soluciones y atracción de inversionistas.
Los tres pilares
El primero apunta hacia hacia algo que rompe el molde y obliga a todos a pensar ‘fuera de la caja’. Lo que define al concepto de start-up es precisamente el hecho de que consiste en un nuevo sistema/plataforma/servicio que revoluciona el status quo.
Nuevas soluciones –el segundo pilar- en el sentido de un acercamiento diferente para solucionar un problema tradicional. El éxito de muchas start-ups radica en entregar una solución innovadora para una tarea rutinaria. Por ejemplo, un área popular en la que se han desarrollado este tipo de compañías es la logísitca. En los últimos 5 años hemos visto muchas empresas desarrollar herramientas como plataformas digitales, análisis predictivos, soluciones de eficiencia de combustibles, y otras para ayudar a las compañías a optimizar sus operaciones y abaratar costos.
En tercer lugar, atraer inversionistas puede ser complejo en el mundo de las start-ups marítimas porque sigue siendo un área muy nueva y el mercado aún está escéptico sobre el real valor que una compañía digital puede entregar a la industria del transporte marítimo. Hay aceleradoras e incubadoras dedicadas a las start-ups en todo el mundo, pero apenas un puñado de ellas se enfocan en iniciativas marítimas.
Una oportunidad para Latam
Como resulta en todas las tendencias, América Latina suele llegar de forma tardía, por lo que posicionarse como un hub de inversión start-up podría ser una buena movida para la región. “2020 es el año de crear consciencia sobre las start-ups en la industria marítima”, dice Ollivier, quien cree que las compañías latinoamericanas y las aceleradoras de la región podrían realmente marcar la diferencia en el mercado de las start-ups.
Fuente: MundoMarítimo