Un análisis exhaustivo sobre la evolución de las tecnologías para producir gas como combustible de bajas emisiones de CO2, el crecimiento de la producción de biometano, el uso de hidrógeno bajo en carbono y los avances en captura y almacenamiento de carbono (CCUS) se haya en el informe Global Gas Report 2024 publicado por IGU y Rystad Energy, al cual accedió MundoMaritimo, considerando que el transporte marítimo es clave para el comercio de gas a nivel mundial y el afán del sector en la búsqueda de combustibles más limpios para cumplir con los objetivos de descarbonización.
Gran parte del gas natural licuado (LNG) y otros gases se transportan en buques especializados que navegan por las principales rutas marítimas. En 2023, el comercio global de LNG alcanzó los 537 mil millones de metros cúbicos (Bcm), y se espera que esta cifra siga aumentando.
Por otra parte, la flota mercante está avanzando en la adopción de tecnologías más limpias, como el uso de biometano y LNG, que emiten menos carbono que los combustibles tradicionales. No obstante, la mayor innovación viene de la mano de tecnologías emergentes como el hidrógeno de bajo y cero CO2 y los sistemas de captura y almacenamiento de carbono (CCUS).
Biometano: un gas renovable con potencial marítimo
El biometano es uno de los protagonistas en esta transición hacia una flota más verde. Producido a partir de residuos orgánicos, este gas renovable es químicamente idéntico al gas natural, lo que significa que puede ser utilizado en las mismas infraestructuras que ya están en funcionamiento, incluidos los motores de los buques que operan con LNG. Además, dado su origen renovable, el biometano ayuda a reducir las emisiones de carbono de manera significativa. Aunque su producción global sigue estando por debajo de los objetivos, su adopción en la industria marítima podría representar una de las soluciones más viables a corto plazo para la reducción de emisiones.
Hidrogeno bajo en carbono: el futuro de la energía limpia
El hidrógeno de bajo y cero CO2 (producido a partir de energías renovables o con captura de carbono) también está ganando terreno como posible combustible para el transporte marítimo. Aunque su implementación aún enfrenta retos tecnológicos, como el almacenamiento y la distribución, su capacidad para generar energía sin emitir CO2 lo convierte en una opción de gran interés. Actualmente, se están desarrollando proyectos piloto para evaluar la viabilidad del hidrógeno en los buques, pero su éxito dependerá de la aceleración de las inversiones en infraestructura y de la mejora de la eficiencia en su producción.
Captura y almacenamiento de carbono (CCUS): una opción para mitigar el impacto
Otra tecnología clave es la captura y almacenamiento de carbono (CCUS), que permite reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la producción de gas y su uso. Aunque esta tecnología no es un combustible en sí, tiene un rol fundamental en la industria marítima, ya que podría aplicarse en la producción de LNG y otros gases transportados por mar. La captura y almacenamiento de CO2 ayudaría a reducir la huella de carbono del gas que utilizan los buques, contribuyendo a los objetivos de descarbonización a largo plazo.
Avances insuficientes
A pesar de los avances en tecnologías de gas de bajo CO2, el informe advierte que, sin una aceleración significativa en la toma de decisiones de inversión y la construcción de proyectos, es improbable que se alcancen los objetivos de descarbonización para 2030, especialmente aquellos que buscan limitar el calentamiento global a 1,5 grados, un objetivo clave del Acuerdo de París para evitar los peores efectos del cambio climático. Por otro lado, el escenario de 2 grados parece más alcanzable, aunque también presenta desafíos significativos.
La razón principal de esta incertidumbre es que una gran parte de los proyectos en desarrollo aún se encuentra en la etapa de pre-decisión final de inversión (pre-FID), lo que significa que todavía no se ha tomado una decisión firme para avanzar con la financiación y construcción de los proyectos. Este retraso puede empujar los plazos de finalización hasta la próxima década, poniendo en riesgo las metas de descarbonización a corto plazo.
Fuente: Mundo Marítimo