Aún es demasiado temprano para sacar cuentas sobre el real efecto del coronavirus sobre el comercio internacional. Pero, según datos recopilados a partir de observación de posiciones de naves en tiempo real (AIS), ya se ha visto un cambio en comportamiento operacional de naves de contenedores y la cantidad de productos surcando los mares. De acuerdo al más reciente artículo del boletín de transporte y facilitación comercial de la UNCTAD, estos cambios que han aparecido en el corto plazo de la contingencia internacional de la epidemia de coronavirus originada en China están comenzando a propagarse por el mundo.
Menores recaladas en China
Entre finales de enero y principios de enero se registró una caída tanto en la cantidad de recaladas como en TEUs en puertos chinos, junto con una marcada alza de recaladas perdidas a finales de febrero y comienzos de marzo, pronunciando un fenómeno que se da de manera orgánica luego del Año Nuevo Chino. Lo que llama la atención es que las aerolíneas están llevando menos carga desde China, forzando el transporte marítimo y aún así los buques no recalan en puertos del país asiático – ni siquiera para carga más valiosa o sensible al tiempo.
Si bien las menores recaladas son más notorias en puertos chinos, la tendencia es global y responde precisamente a la carencia de carga proveniente de Asia. Con menor carga saliendo desde y entrando a China, no tiene sentido parar en los puertos que reciben/despachan carga desde/hacia ese país.
Más petróleo en el mar
Uno de los roles más importantes que juega China en el comercio internacional es la comercialización de productos de petróleo. Si bien los derivados del crudo se comercializan mediante contratos anuales y cuentan con flujos predeterminados durante el año, ya se están viendo señales de estrés en la cadena de valor del petróleo. Por ejemplo, la cantidad del commodity a bordo es un indicador clave para determinar cambios en la demanda global de productos de energía. Menor demanda llevará a menos carga, menos embarques y menos petróleo navegando de un destino a otro. Con la baja de la demanda registrada, lo que ha aumentado es la cantidad de productos petrolíferos en bodegaje flotante: stock de combustible a bordo que no ha sido descargado. Ese combustible no está siendo necesitado para funciones básicas de la cadena productiva, como calderas industriales, camiones e incluso buques pequeños. Por lo tanto, esto es indicativo de un efecto secundario de menor actividad industrial, lo cual más tarde redundará en menor cantidad de carga de productos manufacturados.
Las primeras señales de menores recaladas y menos buques indican que el efecto podría ser mucho más profundo y duradero en el tiempo si es que se confirman las sospechas de una reducción de la actividad productiva y comercial a nivel mundial.
Fuente: MundoMarítimo