El mercado de los puertos en Guayaquil está en una marcada reconfiguración. Allí se concentran las mayores inversiones privadas y es por donde se moviliza el 86% de la carga total no petrolera de todo el sistema portuario nacional.
Según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la zona portuaria de Guayaquil creció 10,29% en el 2018, en relación al año anterior. En esa categoría se incluyó la carga que se mueve en contenedores por el Puerto Multipropósito Simón Bolívar, que opera Contecon por delegación del Estado, y en las Terminales Privadas Habilitadas (TPH).
El volumen que movieron entre todos fue 2,064 millones de TEU (unidad de medida de un contenedor de 20 pies). Pero si se desglosan las cifras la participación de mercado ha ido mutando en los últimos tres años. Contecon pasó de manejar el 66% de la carga, en el 2016, a un pedazo de pastel más reducido.
En cambio, competidores con capitales privados nacionales y extranjeros han ganado terreno. Los principales son: Terminal Portuario de Guayaquil (TPG), que es filial de la empresa de capitales chilenos SAAM; Bananapuerto, administrado por Naportec, que es el operador de Dole en Ecuador; y Fertisa, del Grupo Wong.
Según la Asociación de Terminales Portuarios Privados del Ecuador (Asotep), en conjunto, las TPH manejaron más del 50% de la carga en Guayaquil en el 2018. Este gremio se fundó en 1993 con la visión de unir a las firmas que operan nuevos terminales privados.
Las inversiones de estos grupos sumaron USD 410,4 millones en el 2017. Este año se ampliarán muelles e infraestructura para adaptarse al nuevo calado del canal de acceso a los puertos de Guayaquil, 12,5 m. TPG y Bananapuerto han expandido sus muelles y para los próximos meses esperan nuevas grúas de pórtico para bajar contenedores de los barcos y para operar en los patios.
Javier Moreira, presidente de la Cámara Marítima Ecuatoriana (Camae), señala que el desarrollo del sector se da por la libre competencia que existe. Calcula que en el 2020 se consolidará el mercado con las inversiones privadas, que son más de USD 1 000 millones en todo el país. El rubro incluye el Puerto de Aguas Profundas de Posorja, que la semana pasada recibió 13 grúas con las que operará desde agosto.
Explica que, si no se hubiera abierto la competencia a los privados, “aún estuviéramos operando con la grúa Peiner en Guayaquil”. Era una antigua estructura que terminó como chatarra. Recuerda que antes de que se concesionara el puerto estatal en el 2007, ya había competencia. Siete empresas, denominadas “permisionarias”, tenían su espacio comisionado, equipos, bodegas, pero la operación era caótica.
En tanto, las terminales privadas que habían sido autorizadas para construirse entre 1970 y 2004, según la Asotep, comenzaron a desarrollarse. Para José Antonio Contreras, gerente de Contecon, hay “una distorsión” en el mercado.
Considera que las TPH prestan un servicio público sin haber pasado por un concurso. “No queremos que desaparezca nadie, pero que nos dejen competir y con las mismas reglas”. Hace un año solicitó a las autoridades el análisis del sector.
El 2017 perdió el 30% de la carga y dice que significa menos ingresos para el Estado. La firma invirtió USD 340 millones en 10 años.
Un estudio de la Superintendencia de Control de Poder del Mercado recomendó al Ministerio de Transporte revisar los contratos de las TPH, no expedir permisos de ampliación y reformar la norma; así como fijar un tarifario portuario. Pero el ministro Aurelio Hidalgo dijo que el texto está en análisis para ver si es aplicable y consideró que “no es mandatorio”.
Sergio Murillo, presidente de Asotep, escribió en Twitter que el informe limita la capacidad de los puertos privados y da al mercado a un solo operador, que es igual a monopolio y costos más altos para el comercio exterior ecuatoriano.
Fuente: Diario El Comercio