Por: Redacción CAMAE
El comercio global caerá entre un 13% y un 32% en 2020 por la perturbación de la actividad económica causada por la pandemia de covid-19, aunque en 2021 se producirá un rebote de entre el 21,3 % y el 24%, según el informe de perspectivas publicado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El estudio, presentado por videoconferencia y desde su confinamiento domiciliario por el director general de la OMC, Roberto Azevedo, plantea primero un escenario «optimista» en el que los intercambios bajarían un 13% este año y subirían un 21,3% el próximo, por lo que el comercio regresaría a niveles de 2019. Sin embargo, otra posibilidad «pesimista» manejada por los economistas de la OMC, en la que la crisis sanitaria se prolongue o sus consecuencias se agudicen, supondría un desplome del comercio del 32% en 2020 al que seguiría en 2021 una recuperación del 24%, lo que no haría que los intercambios volvieran a los niveles precrisis.
«Las cifras son feas, no hay cómo negarlo», reconoció Azevedo, quien subrayó que «con todo, una recuperación rápida y vigorosa es posible». En palabras del brasileño, para que el mejor de estos dos escenarios se materialice es necesario que los gobiernos afectados «se aseguren de que se ponen en marcha estímulos monetarios y fiscales».
También ha de lograrse un rápido y eficaz control de la pandemia, sin las segundas o terceras olas del coronavirus que temen algunos epidemiólogos, y los gobiernos y organizaciones internacionales aseguren que el comercio «no sea innecesariamente perturbado»por restricciones, consignó Diario El Comercio.
Según Azevedo la causa sanitaria de la actual crisis difiere de las dos anteriores en que en realidad las bases financieras del sistema no están tan afectadas, por lo que «teóricamente sería más fácil reconectar la máquina a la fuente de energía y regresar a los números anteriores en uno o dos años». Y ello podría producirse pese a que, admitió, el panorama comercial global ya estaba lleno de incertidumbre antes de la pandemia por las tensiones comerciales, lo que causó que en 2019 el volumen del comercio mundial de mercancías descendiera un 0,1 % y las exportaciones se redujeran un 3 %.
Por regiones, se prevé que a causa de la crisis por el covid-19 las exportaciones caigan como mínimo este año un 17,1 % en Norteamérica, un 12,9 % en América del Sur y Central, y un 12,2 % en Europa (en el escenario más pesimista podría haber descensos en todos estos territorios de entre el 30 % y el 40 %). Las importaciones norteamericanas bajarían como mínimo un 14,5 %, las de América del Sur y Central un 22,2 % y las europeas un 10,3 %.
En todas las regiones la OMC prevé recuperaciones de los intercambios en 2021 que rondarían el 20% tanto en exportaciones como en importaciones. El informe prevé además una caída del PIB global de al menos el 2,5 % en 2020 (8,8 % en la hipótesis más pesimista) seguida de un ascenso del 7,4 % en 2021 (5,9 % en el peor de los casos). Por regiones, ello podría suponer caídas de entre el 3,3 % y el 9 % en Norteamérica, de entre el 4,3 % y el 11 % en Latinoamérica y de entre el 3,5 % y el 10,8 % en Europa, seguidos de recuperaciones el próximo año que llevarían a niveles precrisis en la hipótesis optimista pero no en la pesimista.
«Será fundamental que los mercados se mantengan abiertos y sean previsibles», añadió Azevedo, quien señaló: «Si los países colaboran, veremos una recuperación mucho más rápida que si cada uno actúa por su cuenta». El informe predice que el descenso de los intercambios mundiales será probablemente mayor que el que produjo la crisis financiera de 2008-2009, y el director general de la OMC también lo comparó con el crack bursátil de 1929.
Preguntado sobre si la crisis sanitaria podría significar el fin de la globalización, llevando a muchos países a asegurarse una suerte de autoabastecimiento, Azevedo admitió que la actual situación «pone muchas cosas en duda, pero esperemos que no signifique un paso atrás» para la economía global.
La crisis, apuntó, «ha mostrado que no hemos cooperado lo suficiente», y ha demostrado que las restricciones y prohibiciones para exportar «no son una buena señal». Azevedo subrayó que la diversificación de la producción puede ser una respuesta, pero no el intentar que cada economía pretenda garantizar por sí sola la producción de todos los bienes, porque «por muy fuerte o avanzado que sea un país, nunca conseguirá ser autosuficiente», advirtió.