A raíz de la aparición y propagación del nuevo coronavirus, el mundo se dividió en tres tipos de países: los que aplicaron restricciones contundentes sobre sus fronteras, los que lo hicieron parcialmente y, por último, los que continuaron con los accesos abiertos.
De estos últimos sólo se cuentan tres (Afganistán, Brasil y México) y el resto se divide en las otras dos clasificaciones, según se observa en un mapa de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA por sus siglas en inglés), donde revela las regulaciones de viajes inducidas por COVID-19, actualizado al 25 de agosto pasado.
Este mismo mapa lo toma como referencia la Organización Mundial del Comercio (OMC) en un informe donde analiza cómo las restricciones a la movilidad transfronteriza relacionadas con COVID-19 están afectando al comercio mundial.
El freno hacia la movilidad humana transfronteriza, factor clave del comercio de mercancías y servicios, ha provocado que el intercambio internacional de bienes sea más lento, más caro e incierto: el impacto se ha visto expresado en los servicios de transporte y en los sobrecostos de información y las transacciones mismas.
“Han afectado la operación de las cadenas de valor”, remarcó la OMC en su informe.
En cuanto a los servicios de transporte, la afectación se ha visto reflejada en la aplicación de cuarentenas para las tripulaciones marítimas y aéreas, lo que a su vez ha generado congestiones y retrasos en el transporte de mercancías transfronterizas.
“Estas dificultades están provocando pérdidas importantes, especialmente en términos de productos de temporada y para mico, pequeñas y medianas empresas”, aseguró el organismo multilateral.
En las fronteras de África Oriental, por ejemplo, las pruebas de coronavirus que se aplican a los conductores de camiones han llevado a enfrentar dificultades en el transporte de mercancías. Ante esto, la Comunidad de África Oriental (EAC por sus siglas en inglés) ha introducido un sistema de seguimiento electrónico para los conductores, con el fin de ayudar a mitigar la interrupción de los servicios nacionales, regionales y sistemas de cadena de suministro global que sirven a la región.
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La OMC indicó que, en cuanto a la información y los costos del comercio, las restricciones de movilidad han impactado negativamente el comercio de mercancías al obstaculizar los contactos cara a cara y el acceso a la información. “Los contactos presenciales permiten el establecimiento de las redes comerciales y sociales que pueden generar comercio, y la movilidad internacional a menudo promueve el comercio con los países de origen de los extranjeros”, aseguró.
De acuerdo con un estudio citado por la OMC, en Nigeria, por ejemplo, la falta de viajes de negocios redujo el bienestar del país en aproximadamente un 23%, ya que disminuyó la variedad de bienes disponibles para los consumidores e hizo que los que estaban disponibles fueran menos actualizados y más costosos.
Algunos países han comenzado a instalar medidas temporales para evitar este tipo de situaciones, con la introducción de herramientas en línea para verificación de certificados, inspecciones remotas a través de enlaces de video y verificación a través de análisis documental, en lugar de visitas in situ.
Así mismo, en otros países se ha visto la creación vías de entrada dedicadas, con visas especiales o visas extendidas, validez para los trabajadores sanitarios y de asistencia social, tripulaciones aéreas y marítimas, y trabajadores agrícolas de temporada.
En casos específicos, China y Corea han establecido pruebas “rápidas” de COVID-19 para empresarios, donde una observación de 24 a 48 horas es suficiente para descartar riesgos y permitir su movilidad. Mismo caso de China con Singapur.
Mientras esto sucede, la OMC ha alertado que el levante de este tipo de restricciones a la movilidad humana será mucho más lento de lo planeado, por lo que la cooperación internacional será clave para reducir las afectaciones al comercio, una actividad de la que se prevé una caída 13% para 2020, en su estimación más moderada.
Fuente: T21MX