En los últimos meses, el mundo ha sido testigo de una guerra librada a golpe de palabras y aranceles, capaces de cruzar los océanos Atlántico y Pacífico, así como las fronteras americanas.
Con los Estados Unidos amenazando con imponer aranceles a todas las importaciones procedentes de China, parece un buen momento para pararse a pensar sobre cuáles serán los efectos para las distintas partes implicadas en la industria del transporte marítimo.
El transporte marítimo representa el 90% del comercio internacional y mientras los Estados Unidos continúan considerando la posibilidad de aumentar las barreras comerciales, como una forma de emprender represalias, muchos analistas del sector concuerdan en que la industria del envío de contenedores podría ser la que recibiese el golpe más duro.
De acuerdo con un análisis realizado por la consultora Drewry sobre las importaciones transpacíficas de los Estados Unidos, hasta 1,8 millones de TEUs, el equivalente al 1% del tráfico global de contenedores, podrían verse afectados por la imposición de aranceles.
Cualquier caída en los volúmenes tendrá un impacto inevitable en las tarifas de transporte marítimo, que ya de por sí viven momentos tensos como resultado de la sobrecapacidad.
“El riesgo actual para la demanda de contenedores es relativamente bajo, incluso teniendo en cuenta las potenciales represalias y las disputas de Estados Unidos con otros socios comerciales. Pero está claro que las cosas podrían ponerse mucho más feas si la aplicación de aranceles adicionales sigue adelante”, señaló Simon Heaney, senior manager en Drewry y editor en Drewry Container Forecaster.
Las navieras toman precauciones
El desarrollo de los acontecimientos está causando la preocupación no sólo entre las empresas importadoras, cuyos márgenes podrían sufrir un duro golpe, sino también entre los proveedores logísticos como las navieras y los transitarios.
Por el momento, los tres principales grupos de navieras —THE Alliance, Ocean Alliance y 2M— ya han anunciado recortes en sus rutas transpacíficas. De acuerdo con Alphaliner, el recorte representa un 6,7% de la capacidad total en dichas rutas, lo que supone cerca de unos 21.300 TEUs por semana.
Estas medidas podrían ser consideradas más como una precaución que como una reacción, pero parece claro que las navieras están esperando serias caídas. Sin duda, continuarán analizando el mercado intensamente y estarán listas para reaccionar en el momento que sea necesario.
Si la situación empeora, es probable que comiencen a bajar los precios para competir por la cuota de mercado. Llegado ese punto, los márgenes caerán y las consecuencias se desplazarán inevitablemente a la industria en su conjunto.
“La capacidad ha aumentado tan dramáticamente en los últimos años que la industria podría encontrarse de nuevo a sí misma en una situación grave de sobrecapacidad si la guerra comercial continúa y se aplican más aranceles. Incluso hasta el punto en que las navieras tendrán que sacar los barcos de rotación, tal y como sucedió durante los años de recesión“, manifestó Klaus Lysdal, vicepresidente de operaciones de iContainers.
Efectos en el tráfico de contenedores
Los principales puertos estadounidenses de la Costa Oeste han comenzado a preocuparse, especialmente el Puerto de Los Ángeles, donde el 60% del tráfico procede de China. De acuerdo con las autoridades portuarias, hasta un 15% de toda la carga gestionada por el puerto podría verse afectada por la subida de aranceles.
Para minimizar el impacto, los puertos de la Costa Oeste podrían trabajar en mejorar sus incentivos para fomentar que las navieras traigan sus cargas desde otras rutas via la Costa Oeste, como costes más bajos por atracar los buques o mejorar las infraestructuras de entrada y salida de los puertos.
Los importadores deberían prestar especial atención
Cómo víctimas más directas de las subidas arancelarias, los importadores serán probablemente los que carguen con la mayor parte del peso del cambio.
En iContainers aún no hemos visto cambios en la demanda de las rutas marítimas de China a Estados Unidos. Por el momento, la mayor parte de los importadores se mantienen a la espera. Muchos de ellos están aplazando la decisión de mantener o cambiar su estrategia de importación hasta saber exactamente qué impuestos y aranceles tendrán que pagar bajo las nuevas regulaciones, una vez que sus cargas lleguen a destino y pasen el despacho de aduanas.
Todo parece indicar que las medidas impositivas de Estados Unidos sobre China no tendrán un desenlace inmediato, por lo que los importadores deben prestar atención a todos los cambios que se produzcan en materia de impuestos y aranceles.
La responsabilidad de que los nuevos aranceles sean pagados de forma correcta recae sobre el importador, así que llegados a este punto, como importador, verificarlo todo con antelación será crucial para asegurar que se cumplen todos los requisitos al contratar los servicios de un agente de aduanas.
“En lo que a impuestos y aranceles se refiere, especialmente si hablamos de las medidas de retorsión arancelaria, es obligatorio para el importador y el agente de aduanas asegurarse de que son correctamente declarados y pagados”, aclaró Lenny Feldman, Miembro Sénior de Sandler, Travis & Rosenberg, P.A.
Los transitarios tendrán que adaptarse
Los expertos afirman que todavía es demasiado pronto para predecir la reacción de los importadores, pero predeciblemente, no pasará mucho tiempo hasta que los efectos se sientan en toda la industria.
Cómo se vivirá el impacto entre los transitarios, dependerá en gran en gran medida de la reacción de los importadores.
Los transitarios, especialmente aquellos muy centrados en uno o dos mercados, tendrán que prepararse para vivir más intensamente los efectos, pues la falta de mercados complementarios los hace más vulnerables a los cambios políticos.
Los transitarios de mayor tamaño podrían no notar tanto el impacto, puesto que ofrecen tantos servicios que, en muchos casos, perder volumen en una ruta sólo significa ganarlo en otra.
Por ejemplo, en el caso de que los importadores decidan cambiar a sus proveedores en China por otros en Sudamérica, como resultado de la subida arancelaria, un transitario que ofrezca ambas rutas no sufrirá tan duramente el golpe como aquel que esté muy especializado en la ruta China – Estados Unidos.
“La cuestión a la que nos enfrentamos es: ¿cómo van a responder los importadores? ¿Van a cambiar sus proveedores por otros situados en regiones no afectadas por la subida de aranceles? ¿O quizás por proveedores nacionales? ¿Cambiarán sus líneas de productos? ¿O subirán los precios esperando que sus competidores hagan lo mismo? Las posibilidades son muchas y eso genera una gran incertidumbre”, expresó Klaus Lysdal, vicepresidente de operaciones de IContainers.