Óscar Martínez, estibador desde hace 22 años en el puerto de Valencia de España, uno de los de mayor tráfico del Mediterráneo, es un eslabón más de la cadena logística que abastece mercados e industrias de todo el país durante la crisis del coronavirus. Como capataz, organiza los turnos de trabajo y atiende si hay incidencias en la carga y descarga de las mercancías que llegan por mar en grandes buques. “Es gratificante saber que somos los responsables del abastecimiento de la población. Todo es importante, no solo los alimentos y el material sanitario, sino también los suministros a la industria porque esta sociedad va a sufrir mucho con el empleo”, opina este hijo, nieto y bisnieto de estibadores.
El estado de alarma que decretó el presidente Pedro Sánchez el 14 de marzo no los sorprendió en gran manera. El sector de la estiba, con 12.000 empleos directos, de los que 6.500 son estibadores, ya estaba pendiente. El mundo de la logística está muy relacionado con China y llevaba unas semanas expectante por los efectos de la epidemia en el país asiático. “Si se para China, se paraliza gran parte del sector marítimo mundial y hay que recordar que el 85% de las mercancías que entran en España lo hacen por mar”. Luego saltó la alarma en Italia y era fácil de prever que España le seguiría. “Nos ha pillado, como a todos, con el pie cambiado, pero es cierto que lo veíamos venir”, reconoce.
En el puerto de Valencia, al igual que en el resto de instalaciones portuarias españolas, se descarga todo tipo de productos. “Desde alimentos para abastecer a las islas hasta materia prima para fabricar el material médico ahora tan necesario”, observa Martínez. La actividad en los puertos se mantiene; más adelante ya se verá, pues la paralización de sectores como el automóvil y otros acabará repercutiendo en el movimiento de mercancías. Anesco, la Asociación Nacional de Empresas Estibadoras, que reúne a compañías que operan más de 300 millones de toneladas anuales en los puertos españoles, advierte del fuerte impacto que puede tener la pandemia de coronavirus en esta actividad, presagiando una caída de los tráficos, pérdidas económicas y medidas organizativas en las terminales portuarias.
La estiba no es monótona, no tiene turnos fijos.
“A lo mejor un día necesitamos 50 equipos de trabajo y otro, 90; todo depende de la afluencia de buques que llegan al puerto”, explica. Tampoco trabajan de continuo en el mismo puesto. Cada día es diferente, cada barco es diferente, de ahí la dificultad de adaptación para evitar la expansión de la Covid-19.
Lo que peor lleva Martínez, al igual que sus compañeros, es la individualización de un oficio, que es de equipo y de alto riesgo. “Tenemos la misma secuencia de trabajo, pero antes podías estar con tu compañero en un espacio reducido, y ahora, por las normas de sanidad, tiene que haber dos metros de separación. Donde antes teníamos un habitáculo adecuado para dos o tres personas, ahora es solo para uno”. Los trabajos a bordo de los buques, o de trinca, se realizan por parejas, y es preciso portar mascarillas y guantes.
Humanamente es complicado porque los equipos no pueden estar juntos. “La estiba es como una gran familia, independientemente de que seamos muchos, al final siempre estamos juntos. Y esta situación es extraña porque no podemos estar con nuestro compañero, ni siquiera compartir un café, por responsabilidad”. Martínez reconoce que “como todos los españoles”, en su oficio hay “un poco de miedo”. “Ya hemos trasladado a las empresas y a Puertos del Estado que tenemos que tener los equipos adecuados”, añade.
Los estibadores, son un eslabón más de la larga cadena logística de distribución de las mercancías, ya que el comercio internacional se mueve mayoritariamente por mar. El 85% de las importaciones y el 65% de las exportaciones españolas son por vía marítima por lo que, según Puertos del Estado, “la comunidad portuaria está totalmente operativa” y adoptando las medidas preventivas frente a la pandemia. “A día de hoy, los 46 puertos de interés general del Estado siguen moviendo las mercancías que llegan a sus instalaciones”, asegura la autoridad portuaria.
“El paro obligado por esta emergencia sanitaria en las fábricas y puertos de China tendrá consecuencias en los españoles durante las próximas semanas”, advierte la patronal Anesco. Esta asociación teme que el impacto provocado por la pandemia no se limite a estos flujos comerciales directos entre países, sino que genere la cancelación de escalas de buques completos y reduzca el comercio exterior con otros países.
“El puerto no tiene que parar”, añade José Ramón Bellido, patrón de uno de los remolcadores de la naviera Boluda, que ayudan a los barcos a atracar.
“Estamos toda la plantilla, al 100%. Hemos modificado los turnos para minimizar el riesgo de propagación del virus y sabemos que formamos parte de una cadena esencial junto con amarradores, remolcadores, prácticos, Guardia Civil, autoridad portuaria y un largo listado de oficios”, concluye.
Fuente: EL PAÍS