Crece la preocupación acerca de las tripulaciones que no pueden desembarcar de sus buques, incluso en los casos cuando sus contratos de servicio han expirado, situación que se multiplica en el mundo, pese a los llamados de los gobiernos a garantizar que las rutas marítimas permanezcan abiertas y a que el comercio mundial continúe, mientras en la realidad se cierran fronteras, se aplican cuarentenas e incluso se niega el reabastecimiento de los buques.
El director ejecutivo de V.Group, Graham Westgarth, en una carta enviada a Lloyd’s List señala que «lamentablemente, el bienestar de cientos de miles de marinos se encuentra actualmente comprometido porque no pueden desembarcar de los buques en su destino designado al finalizar sus contratos». Ante esto, añade «la mayoría no tiene más remedio que seguir trabajando durante largos períodos de semanas o meses».
Es el caso narrado por The New York Times, Nilesh Gandhi, capitán de un petrolero que atracó en China durante el peak de casos de coronavirus en ese país a principios de febrero, vio impedido su desembarco y su posibilidad de volar a casa como tenía previsto, debiendo seguir trabajando, al menos hasta arribar Singapur, país que a su vez prohibió los recambios de tripulación en su territorio. En su próximo destino programado, Sri Lanka, también le será prohibido descender de la nave, lo mismo le ocurrirá en Arabia Saudita y en los Emiratos Árabes Unidos.
Westgarth recalca además que a menos que la situación se resuelva pronto, las repercusiones en la salud y el bienestar de la gente de mar podrían ser tales que comenzaran a comprometer la seguridad de los buques y, con ello a la cadena mundial de suministro de bienes esenciales como alimentos, combustible, medicamentos y equipo.
Los contratos de la gente de mar
De acuerdo con The New York Times, los contratos marítimos suelen durar entre tres y nueve meses. Los miembros de la tripulación trabajan muchas horas, siete días a la semana y los salarios mensuales pueden variar desde tan sólo US$400 para los aprendices hasta US$1.000 para los marineros junior y alrededor de US$10.000 para los capitanes y de acuerdo con el derecho laboral marítimo internacional, la gente de mar tiene derecho a regresar a su hogar al final de su contrato sin costo alguno.
El director ejecutivo de Synergy Group, Rajesh Unni, detalla que más de 1,6 millones de marinos mantienen a la flota mercante mundial en el mar y alrededor de 100.000 se encuentran al final de sus contratos de empleo y necesitan ser repatriados.
Gestiones y complicaciones
Filipinas, China, India, Indonesia, Ucrania y Rusia están entre los mayores proveedores de tripulantes, quienes debido a las restricciones de puertos y aerolíneas en la mayoría de estos países han visto imposibilitado su regreso a casa
«Nos estamos acercando a las principales organizaciones de transporte marítimo y nos hemos puesto en contacto con la Organización Marítima Internacional (OMI) sobre cómo podemos avanzar en esto con la mayor rapidez», señaló Unni, al referirse a la alternativa de gestionar desembarcos en determinados puertos, solo una vez dispuestas todas las medidas necesarias de seguridad.
Por su parte, la OMI envió una circular a los gobiernos, organizaciones y otros organismos de las Naciones Unidas en la que indica que la gente de mar y los profesionales marítimos deberían poder desembarcar y transitar por un país a efectos de cambio de tripulación y repatriación.
En China, por ejemplo, ya se ha permitido el recambio de tripulaciones en los puertos de Shanghái y Nanjing, previo análisis de caso. Beijing busca ampliar la escala de este auxilio hasta unos 10.000 tripulantes chinos cuyos contratos expirarán a fines de mayo.
Singapur admitirá razones humanitarias para permitir la rotación de tripulantes, las que incluyen la muerte de un familiar o casos en que el tripulante no esté médicamente apto para trabajar a bordo del buque.
El 23 de marzo, la Comisión Europea permitió los cambios de tripulación en los puertos del viejo continente y admitió que los marinos regresaran a casa. Pero incluso en ese caso los tripulantes pueden quedar varados porque la mayor parte del tráfico aéreo internacional permanece en tierra.
Maersk, en tanto, optó por suspender los recambios de tripulación de sus portacontenedores durante un mes para mantener las operaciones «tan normales como sea posible». «Dada la situación actual podemos proteger mejor a nuestros marinos suspendiendo el intercambio de tripulación, ya que esto disminuye el número de interacciones sociales necesarias», aseguraron desde la naviera.
La Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF, por su sigla en inglés), que representa a la gente de mar, dijo que no podía objetar las prórrogas obligatorias de contratos frente a las leyes nacionales que cierran las fronteras.
Todo lo anterior se agrava en el caso que los tripulantes presenten síntomas de Covid-19,. como los dos casos confirmados a bordo del buque de graneles «Isabela Island» en Valparaíso, que debe cumplir un periodo de cuarentena o el caso de varios tripulantes del «Gjertrud Maersk», de 9.000 TEUs, que fueron diagnosticados el 23 de marzo, situaciones que implican un desafío tanto logístico como humanitario.
Fuente: Mundo Marítimo