Con datos registrados para hablar con fundamentos. Aunque los pesos varían en un cultivo de doble hilera visitado el miércoles pasado por Diario EXPRESO, en pleno frío valenciano los mejores lotes de la hacienda La Planada muestran producciones que pueden cambiar la forma de producir banano en Ecuador.
Racimos de 64,64 libras en R0 y de 87 en R1 en densidades de 1.750 plantas por hectárea es bastante alentador para alguien que recién empieza.
El R0, en palabras morochas, no es, sino, el primer racimo de un cultivo, el R1 es el segundo racimo cosechado de esa misma plantación. Aunque el resultado traspasa las fronteras de las buenas técnicas agrícolas en este sistema, selección del hijo profundo y dirección de planta, de tal manera que el cultivo no se vuelva un almácigo cubierto de sigatoka negra.
En La Planada, cada persona sabe hacer su trabajo a conciencia, no solo porque tiene un sueldo fijo para sustentar a su familia, sino también por una bonificación variable que depende de lo que es más importante para una empresa, la productividad.
El rango de semanas en que se cosecha un racimo después de la parición es de entre 10,77 a 12 semanas, mientras el promedio de cajas por racimo es de 1,5, por una razón sencilla: hay más plantas en una misma superficie en relación al cultivo tradicional, manifiesta a EXPRESO José Párraga, encargado de las 150 hectáreas que tiene la hacienda, 54 de ellas con esta técnica. Los datos son tomados a través de una aplicación (APP) de pesaje automático de racimos y de cajas. Los datos se toman con celular.
Esa misma densidad poblacional hace a la doble hilera más susceptible al ataque de la sigatoka negra, por lo que se deben hacer interciclos de fumigación (de 7 a 8) según la temperatura. A más frío más fumigaciones. Las condiciones varían en zonas más cálidas de El Oro, Guayas y Los Ríos.
“El fuste, los hijos, son de gran calidad pese a tener entre 450 o 500 plantas más que en un cultivo de banano tradicional”, dice Párraga.
Y eso implica mayores gastos, pero también un mayor retorno de la inversión, que supera con creces el monto gastado: 800 cajas de diferencia por hectárea al precio spot actual signicifican de $ 5.600 adicionales.
Pero el éxito no solo radica en el control de sigatoka, selección del hijo o dirección de la planta. También es vital la sanidad de la planta, que en este caso se logra con inyección de lixiviado de lombriz, mayor y mejor uso de nutrientes naturales y sintéticos y la siembra de lombrices en el suelo para que lo oxigenen y lo fertilicen.
Un “cambio histórico”
Todo cambia en un cultivo de doble hilera. Hay una distancia de 5 metros entre las hileras y 1,20 y 1,50 metros entre plantas, que se siembran en forma de triángulo. En el caso de La Planada la idea es dejar el cultivo perenne, pese a que la mayoría hace lo que se llama doble hilera programada: después de cosechado el segundo retorno (R1) vuelven a sembrar. Algunos productores que han usado esa técnica no lo han vuelto a hacer por el ataque de sigatoka negra.
“La siembra en doble hilera y alta densidad es exitosa si tienes una cosecha programada; buenas condiciones aseguran excelente producción”, dice Jorge Aguilar.
Él habla de dos haciendas donde se lo hace con éxito.
Fuente: Expreso